Parece ser que el Gobierno por fin ha decidido reconocer que España está en plena crisis y, en consecuencia, ha decidido adoptar una serie de medidas para tratar de minimizar sus efectos. UNT ya advirtió de la inminencia de la crisis en un informe económico de diciembre de 2006, y a la espera del que en unas semanas se presentará a propósito de los Presupuestos Generales del Estado para 2009, adelantamos algunas de las ideas que se desarrollarán en el mismo.
Para empezar, es obvio que en España estamos padeciendo dos crisis distintas: la crisis internacional de carácter financiero (que nos afecta de forma indirecta –las instituciones financieras españolas no se han visto tan afectadas como las de otros países–, pero al mismo tiempo intensa, por culpa de la gran dependencia creada por la cesión de soberanía económica y financiera que ha supuesto el proceso de mundialización), y la crisis específicamente española (debida a las malas gestiones gubernamentales, a la progresiva desaparición de la cultura del trabajo a favor de la especulación, y a nuestros endémicos problemas estructurales específicos como el de los modelos productivos de mano de obra intensiva –como en el caso de la construcción– y poco cualificada o la baja productividad).
Es por ello que España está empezando a notar la crisis con más intensidad que otros países: más desaceleración económica (es probable que la recesión sea continua durante casi todo el año 2009), más empresas al borde de la quiebra, más desempleo, más impagos de hipotecas, etc.
Las medidas adoptadas a nivel internacional parten de un error fundamental que a la larga va a causar estragos, y ese error es el de creer que todo el problema deriva de una combinación de falta de liquidez y de falta de confianza. Pero esos fenómenos, ¿son la causa o el efecto? ¿No será la verdadera causa más bien el modelo capitalista de crecimiento económico y financiero exponencial, necesario para que el motor no se pare, pero inevitablemente imposible de mantener de forma indefinida?
Pues bien, ahí radica el fondo del problema: el capitalismo se basa en el pago de intereses al capital, y para mantener esos pagos se necesita crecer a ritmos antinaturales e ilógicos, con la consiguiente creación de economía ficticia, multiplicación del crédito, explotación de la naturaleza, empobrecimiento de sectores de población (“reproletarización”) y hasta de países enteros (el “tercer mundo”), etc. Y precisamente por eso la inyección de liquidez y el apoyo al consumo suponen un alivio a corto plazo que a medio y largo plazo puede tener consecuencias desastrosas. Se habla de la enorme deuda que generan esas medidas, y con ser cierto, lo peor no es eso, sino que esa deuda supone inflar aún más el problema. ¿Puede solucionarse el exceso de crédito y el enorme volumen monetario creado de forma artificial ampliando el crédito y el volumen monetario? Es algo así como si tratásemos de apagar un fuego con gas-oil: con fuego de baja intensidad el gas-oil no arde, es verdad, pero al sobrepasar cierta temperatura reacciona prácticamente igual que la gasolina…
Lo mismo hemos de decir de las medidas adoptadas en España: no van al fondo del problema. Son medidas necesarias en el corto plazo, aunque de un volumen seguramente insuficiente, y deberían ir acompañadas de otras medidas de tipo fiscal: rebajas del IVA, de los impuestos indirectos y de los tramos más bajos del IRPF, a cambio de un aumento de la progresividad en los tramos más altos del IRPF, de un aumento del IVA en ciertos productos que realmente son más bien de lujo, eliminación de los privilegios fiscales de las SICAV (creadas para que las grandes fortunas sólo tributen al 1%) y recuperación con todas sus consecuencias del Impuesto sobre el Patrimonio.
Todas esas medidas fiscales son de imperiosa necesidad para recuperar la actividad económica a corto plazo sin un aumento excesivo de la deuda pública, pero deben ir acompañadas de otros incentivos más generosos que los aprobados por el Gobierno para ayudar a las PYMES y a las familias (sólo ahora ven algunos lo estúpida que fue la demagógica medida de los 400€), fomentando la inversión en obras y viviendas públicas (este sector no puede dejarse en caída libre así sin más, especialmente después de que tanta gente, incluidos muchos españoles de a pie, se hayan dedicado a especular con la vivienda comprando sólo con intención de invertir para vender luego más caro), haciendo que el ICO ocupe provisionalmente el papel que debería desempeñar una verdadera banca pública nacional concediendo créditos sin interés en los casos precisos, y que la SEPI recupere el que en su día motivó la creación del INI: servir de instrumento para rentabilizar económica y socialmente una industria pública nacional y evitar que empresas viables o socialmente necesarias se hundan.
Pero desde UNT vamos más allá de cara al futuro a más largo plazo: es el momento de plantear una estrategia financiera e industrial que dé paso más adelante a esa necesaria banca nacional (¡ya está bien de nacionalizar sólo las pérdidas!) y de ayudar a las empresas necesitadas condicionando esas ayudas a una cogestión coordinada en una estructura en los diversos niveles que pueda dar lugar en el futuro a su trasformación en empresas sindicales que integren a los trabajadores y a los empresarios sin dependencias financieras capitalistas. Sólo entonces las empresas y el sistema financiero podrán crecer de forma armónica y natural, sin estar sujetas a la esclavitud del interés del capital.
En UNT tenemos muy claro que a corto plazo las medidas más urgentes han de ir por la vía de los cuidados paliativos indicados en primer lugar, pero sin plantearse seriamente el fondo del problema y las posibles soluciones, a la larga no servirán más que para prolongar la agonía y poner a la bomba un retardo que puede llevarnos al desastre en unas pocas décadas.
¿Y qué hacer en cada empresa concreta mientras tanto? Desde UNT a nuestros representantes de los trabajadores en las empresas les hemos dejado muy clara una cosa: todos los trabajadores deben conocer nuestra postura y deben ser convocadas asambleas informativas para estudiar las medidas a tomar dentro del margen que la legislación prevé. Es más, en situaciones como la actual muchas empresas pequeñas tratan de evitar los EREs para hacer directamente una liquidación empresarial que para los trabajadores puede llegar a ser incluso peor que el propio ERE. No podemos dejar de recurrir a la legislación laboral para minimizar los efectos negativos de la crisis para los trabajadores, y UNT eso lo tiene muy claro, pero tampoco podemos caer en el error de pensar que la labor de UNT debe limitarse a eso…
UNT seguirá defendiendo los derechos laborales de los trabajadores conforme a la legislación actual, sí, pero, haciendo una labor pedagógica entre los trabajadores, defendiendo al mismo tiempo la necesidad de acusar al capitalismo de sus culpas y proponiendo medidas y soluciones no sólo a corto plazo, sino también a medio y largo: hay que desmontar el sistema capitalista y construir un modelo económico nacionalsindicalista.
O acabamos con el capitalismo, o el capitalismo acabará con nosotros.
Para empezar, es obvio que en España estamos padeciendo dos crisis distintas: la crisis internacional de carácter financiero (que nos afecta de forma indirecta –las instituciones financieras españolas no se han visto tan afectadas como las de otros países–, pero al mismo tiempo intensa, por culpa de la gran dependencia creada por la cesión de soberanía económica y financiera que ha supuesto el proceso de mundialización), y la crisis específicamente española (debida a las malas gestiones gubernamentales, a la progresiva desaparición de la cultura del trabajo a favor de la especulación, y a nuestros endémicos problemas estructurales específicos como el de los modelos productivos de mano de obra intensiva –como en el caso de la construcción– y poco cualificada o la baja productividad).
Es por ello que España está empezando a notar la crisis con más intensidad que otros países: más desaceleración económica (es probable que la recesión sea continua durante casi todo el año 2009), más empresas al borde de la quiebra, más desempleo, más impagos de hipotecas, etc.
Las medidas adoptadas a nivel internacional parten de un error fundamental que a la larga va a causar estragos, y ese error es el de creer que todo el problema deriva de una combinación de falta de liquidez y de falta de confianza. Pero esos fenómenos, ¿son la causa o el efecto? ¿No será la verdadera causa más bien el modelo capitalista de crecimiento económico y financiero exponencial, necesario para que el motor no se pare, pero inevitablemente imposible de mantener de forma indefinida?
Pues bien, ahí radica el fondo del problema: el capitalismo se basa en el pago de intereses al capital, y para mantener esos pagos se necesita crecer a ritmos antinaturales e ilógicos, con la consiguiente creación de economía ficticia, multiplicación del crédito, explotación de la naturaleza, empobrecimiento de sectores de población (“reproletarización”) y hasta de países enteros (el “tercer mundo”), etc. Y precisamente por eso la inyección de liquidez y el apoyo al consumo suponen un alivio a corto plazo que a medio y largo plazo puede tener consecuencias desastrosas. Se habla de la enorme deuda que generan esas medidas, y con ser cierto, lo peor no es eso, sino que esa deuda supone inflar aún más el problema. ¿Puede solucionarse el exceso de crédito y el enorme volumen monetario creado de forma artificial ampliando el crédito y el volumen monetario? Es algo así como si tratásemos de apagar un fuego con gas-oil: con fuego de baja intensidad el gas-oil no arde, es verdad, pero al sobrepasar cierta temperatura reacciona prácticamente igual que la gasolina…
Lo mismo hemos de decir de las medidas adoptadas en España: no van al fondo del problema. Son medidas necesarias en el corto plazo, aunque de un volumen seguramente insuficiente, y deberían ir acompañadas de otras medidas de tipo fiscal: rebajas del IVA, de los impuestos indirectos y de los tramos más bajos del IRPF, a cambio de un aumento de la progresividad en los tramos más altos del IRPF, de un aumento del IVA en ciertos productos que realmente son más bien de lujo, eliminación de los privilegios fiscales de las SICAV (creadas para que las grandes fortunas sólo tributen al 1%) y recuperación con todas sus consecuencias del Impuesto sobre el Patrimonio.
Todas esas medidas fiscales son de imperiosa necesidad para recuperar la actividad económica a corto plazo sin un aumento excesivo de la deuda pública, pero deben ir acompañadas de otros incentivos más generosos que los aprobados por el Gobierno para ayudar a las PYMES y a las familias (sólo ahora ven algunos lo estúpida que fue la demagógica medida de los 400€), fomentando la inversión en obras y viviendas públicas (este sector no puede dejarse en caída libre así sin más, especialmente después de que tanta gente, incluidos muchos españoles de a pie, se hayan dedicado a especular con la vivienda comprando sólo con intención de invertir para vender luego más caro), haciendo que el ICO ocupe provisionalmente el papel que debería desempeñar una verdadera banca pública nacional concediendo créditos sin interés en los casos precisos, y que la SEPI recupere el que en su día motivó la creación del INI: servir de instrumento para rentabilizar económica y socialmente una industria pública nacional y evitar que empresas viables o socialmente necesarias se hundan.
Pero desde UNT vamos más allá de cara al futuro a más largo plazo: es el momento de plantear una estrategia financiera e industrial que dé paso más adelante a esa necesaria banca nacional (¡ya está bien de nacionalizar sólo las pérdidas!) y de ayudar a las empresas necesitadas condicionando esas ayudas a una cogestión coordinada en una estructura en los diversos niveles que pueda dar lugar en el futuro a su trasformación en empresas sindicales que integren a los trabajadores y a los empresarios sin dependencias financieras capitalistas. Sólo entonces las empresas y el sistema financiero podrán crecer de forma armónica y natural, sin estar sujetas a la esclavitud del interés del capital.
En UNT tenemos muy claro que a corto plazo las medidas más urgentes han de ir por la vía de los cuidados paliativos indicados en primer lugar, pero sin plantearse seriamente el fondo del problema y las posibles soluciones, a la larga no servirán más que para prolongar la agonía y poner a la bomba un retardo que puede llevarnos al desastre en unas pocas décadas.
¿Y qué hacer en cada empresa concreta mientras tanto? Desde UNT a nuestros representantes de los trabajadores en las empresas les hemos dejado muy clara una cosa: todos los trabajadores deben conocer nuestra postura y deben ser convocadas asambleas informativas para estudiar las medidas a tomar dentro del margen que la legislación prevé. Es más, en situaciones como la actual muchas empresas pequeñas tratan de evitar los EREs para hacer directamente una liquidación empresarial que para los trabajadores puede llegar a ser incluso peor que el propio ERE. No podemos dejar de recurrir a la legislación laboral para minimizar los efectos negativos de la crisis para los trabajadores, y UNT eso lo tiene muy claro, pero tampoco podemos caer en el error de pensar que la labor de UNT debe limitarse a eso…
UNT seguirá defendiendo los derechos laborales de los trabajadores conforme a la legislación actual, sí, pero, haciendo una labor pedagógica entre los trabajadores, defendiendo al mismo tiempo la necesidad de acusar al capitalismo de sus culpas y proponiendo medidas y soluciones no sólo a corto plazo, sino también a medio y largo: hay que desmontar el sistema capitalista y construir un modelo económico nacionalsindicalista.
O acabamos con el capitalismo, o el capitalismo acabará con nosotros.
1 comentario:
los empleados de notarias y registros en huelga veanlo en www.empleadosdenotaria.com
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