Desde Unión Nacional de Trabajadores (UNT) queremos aclarar nuestra postura respecto a la denominada "Cumbre Social", si bien para una explicación algo más amplia nos remitimos al artículo que será publicado en el número de octubre del periódico "Patria Sindicalista".
El pasado mes de julio, a iniciativa de CC.OO. y UGT, unas 150 organizaciones (hoy ya unas 900, la mayoría de izquierdas) decidieron suscribir la “Declaración dela
Cumbre Social ” contra los recortes sociales
que dio lugar a la creación de dicha plataforma social y promovió la gran
movilización del 15 de septiembre en Madrid que se pretende que continúe con las
movilizaciones en los próximos meses.
La mesa de la "Cumbre Social" –órgano ejecutivo de la misma– está compuesta por los secretarios generales de CC.OO., UGT y CSIF, un representante de FACUA, otro del Consejo General del Trabajo Social,la
Coordinadora española del lobby europeo de mujeres, Rosa
Escapa, y la representante de la "Unión Progresista de Inspectores", Monserrat
Valdés.
A poco que se analice la gestación de la “Cumbre Social” y sus dos declaraciones, salta a la vista que contienen un excesivo contenido ideológico, a todas luces escorado hacia la izquierda moderada (es decir, la pseudoizquierda capitalista del Sistema), que hace muy difícil la participación en la “Cumbre Social” de organizaciones sociales verdaderamente alternativas.
Basten como ejemplos su expresa defensa en ambas declaraciones del falso y criminal “derecho” al aborto, el elogio a los 35 últimos años de supuestas conquistas sociales en España y al Sistema que se supone que las consolidó, la curiosa y falsa datación en 2010 del inicio de la pérdida de derechos sociales, la defensa de principios feministas, etc. Si la ideologización de la “Cumbre Social” no fuera tan manifiesta y se hubiera limitado a lo que debería ser (una contestación social unitaria y centrada en la pérdida de derechos sociales, proponiendo alternativas serias), UNT la hubiera apoyado de forma expresa, pero ¿cómo apoyar expresamente algo así?
Para UNT parece obvio que la “Cumbre Social” no es sino la reacción de una izquierda ideológicamente desubicada desde hace décadas (y en España especialmente tras su última derrota electoral) que necesita recuperar no sólo el poder, sino ante todo la iniciativa que hace ya demasiado tiempo que perdió. Y dentro de esa izquierda desnortada, es particularmente clamoroso el caso de los dos grandes “sindicatos”, CC.OO. y UGT. Estos falsos sindicatos mienten cuando dicen que los derechos sociales de los trabajadores han sido atacados desde 2010 después de 35 años de conquistas. ¿Qué conquistas sociales ha habido desde 1976? Nos gustaría conocer una sola, porque salvo las referidas a los privilegios concedidos a las mafias “sindicales” de CC.OO. y UGT, las últimas tres décadas han sido de pérdida continua de derechos laborales. Es decir, la izquierda en general y CC.OO. y UGT en particular han inventado la “Cumbre Social” con el único objetivo de recuperar la credibilidad perdida. Ni más ni menos.
Por ello no cabe duda de que la respuesta que da la “Cumbre Social” viene del propio Sistema y busca sólo apuntalarlo, sin ofrecer soluciones ni alternativas, más allá de los viejos tópicos de que hay que oponerse a los recortes (no basta con oponerse, hay que ofrecer alternativas) y que hay que volver a las políticas de crecimiento económico, como si esa no fuera una de las principales razones de la crisis del modelo económico capitalista.
Pero para UNT el principal problema que plantea la “Cumbre Social” desde un punto de vista práctico es el de la postura que se debe adoptar respecto a ella. Porque una cosa es reconocer lo que en realidad es y supone dicha plataforma, y otra es rechazarla totalmente en todas sus manifestaciones concretas. UNT es un sindicato de trabajadores, y como tal ha de estar presente en todas las luchas sociales jutas para hacer presente su mensaje claro y diferenciador, alternativo y sindicalista de verdad, allá donde están físicamente los trabajadores. Apelar al rigor ideológico para alejarse de los trabajadores manipulados por CC.OO., UGT y su “Cumbre Social” es tan poco práctico como incoherente sería sumarse sin más a dicha “Cumbre Social” o actuar como mera comparsa de esos falsos sindicatos. Se trata, pues, de un equilibrio tan necesario como difícil de llevar a la práctica: ni podemos ausentarnos de las luchas sociales justas, ni podemos asumir lo inasumible de quienes las están promoviendo con fines espurios.
Ese equilibrio no puede mantenerse más que de una manera: apoyando movilizaciones y denuncias concretas que consideremos objetivamente justas, pero sin asumir ni los planteamientos generales ni las falsas soluciones que se nos ofrecen desde el propio Sistema, lo que supone mantener un constante apoyo crítico y diferenciado, caso por caso, en el que quede siempre claro que los nacionalsindicalistas podemos y debemos apoyar, por ejemplo, una manifestación contra los recortes sociales (reivindicación en sí misma justa y necesaria) y al mismo tiempo difundir en ella un mensaje alternativo al de los convocantes, e incluso señalándoles con el dedo acusador como culpables que son de la situación actual, cuando no como autores directos, sí al menos como cómplices necesarios.
Los nacionalsindicalistas debemos aprovechar las contradicciones del Sistema y de sus brazos ejecutores (falsos sindicatos incluidos) para ponerlos en evidencia y que nuestras propuestas alternativas puedan llegar con toda claridad a los españoles. Ello nos obliga a evitar las políticas sectarias, siempre tentadoras, que llevan al aislamiento de la realidad práctica en nombre de la coherencia doctrinal. Si hay convocadas unas elecciones políticas o sindicales, debemos participar en ellas, aun sabiendo que son una estafa; y de la misma forma, si hay una manifestación por una causa justa, debemos participar en ella, aunque los convocantes sean también una estafa y no aporten soluciones reales.
Por todo ello en UNT no podemos ignorar la existencia de la “Cumbre Social”, haciendo como si no existiera, y aun no pudiendo suscribir sus declaraciones y debiendo denunciar a sus promotores y sus intenciones, no es práctico ni inteligente ignorar su existencia o estar ausentes en sus convocatorias cuando obedezcan a una denuncia o propuesta concreta objetivamente buena. Hemos de estar presentes para denunciar el Sistema y sus contradicciones, y difundir en la medida de lo posible la alternativa del Nacionalsindicalismo allí donde haya españoles a los que hacer llegar nuestro mensaje sindicalista y revolucionario, el único verdaderamente merecedor de tales nombres en el siglo XXI.
El pasado mes de julio, a iniciativa de CC.OO. y UGT, unas 150 organizaciones (hoy ya unas 900, la mayoría de izquierdas) decidieron suscribir la “Declaración de
La mesa de la "Cumbre Social" –órgano ejecutivo de la misma– está compuesta por los secretarios generales de CC.OO., UGT y CSIF, un representante de FACUA, otro del Consejo General del Trabajo Social,
A poco que se analice la gestación de la “Cumbre Social” y sus dos declaraciones, salta a la vista que contienen un excesivo contenido ideológico, a todas luces escorado hacia la izquierda moderada (es decir, la pseudoizquierda capitalista del Sistema), que hace muy difícil la participación en la “Cumbre Social” de organizaciones sociales verdaderamente alternativas.
Basten como ejemplos su expresa defensa en ambas declaraciones del falso y criminal “derecho” al aborto, el elogio a los 35 últimos años de supuestas conquistas sociales en España y al Sistema que se supone que las consolidó, la curiosa y falsa datación en 2010 del inicio de la pérdida de derechos sociales, la defensa de principios feministas, etc. Si la ideologización de la “Cumbre Social” no fuera tan manifiesta y se hubiera limitado a lo que debería ser (una contestación social unitaria y centrada en la pérdida de derechos sociales, proponiendo alternativas serias), UNT la hubiera apoyado de forma expresa, pero ¿cómo apoyar expresamente algo así?
Para UNT parece obvio que la “Cumbre Social” no es sino la reacción de una izquierda ideológicamente desubicada desde hace décadas (y en España especialmente tras su última derrota electoral) que necesita recuperar no sólo el poder, sino ante todo la iniciativa que hace ya demasiado tiempo que perdió. Y dentro de esa izquierda desnortada, es particularmente clamoroso el caso de los dos grandes “sindicatos”, CC.OO. y UGT. Estos falsos sindicatos mienten cuando dicen que los derechos sociales de los trabajadores han sido atacados desde 2010 después de 35 años de conquistas. ¿Qué conquistas sociales ha habido desde 1976? Nos gustaría conocer una sola, porque salvo las referidas a los privilegios concedidos a las mafias “sindicales” de CC.OO. y UGT, las últimas tres décadas han sido de pérdida continua de derechos laborales. Es decir, la izquierda en general y CC.OO. y UGT en particular han inventado la “Cumbre Social” con el único objetivo de recuperar la credibilidad perdida. Ni más ni menos.
Por ello no cabe duda de que la respuesta que da la “Cumbre Social” viene del propio Sistema y busca sólo apuntalarlo, sin ofrecer soluciones ni alternativas, más allá de los viejos tópicos de que hay que oponerse a los recortes (no basta con oponerse, hay que ofrecer alternativas) y que hay que volver a las políticas de crecimiento económico, como si esa no fuera una de las principales razones de la crisis del modelo económico capitalista.
Pero para UNT el principal problema que plantea la “Cumbre Social” desde un punto de vista práctico es el de la postura que se debe adoptar respecto a ella. Porque una cosa es reconocer lo que en realidad es y supone dicha plataforma, y otra es rechazarla totalmente en todas sus manifestaciones concretas. UNT es un sindicato de trabajadores, y como tal ha de estar presente en todas las luchas sociales jutas para hacer presente su mensaje claro y diferenciador, alternativo y sindicalista de verdad, allá donde están físicamente los trabajadores. Apelar al rigor ideológico para alejarse de los trabajadores manipulados por CC.OO., UGT y su “Cumbre Social” es tan poco práctico como incoherente sería sumarse sin más a dicha “Cumbre Social” o actuar como mera comparsa de esos falsos sindicatos. Se trata, pues, de un equilibrio tan necesario como difícil de llevar a la práctica: ni podemos ausentarnos de las luchas sociales justas, ni podemos asumir lo inasumible de quienes las están promoviendo con fines espurios.
Ese equilibrio no puede mantenerse más que de una manera: apoyando movilizaciones y denuncias concretas que consideremos objetivamente justas, pero sin asumir ni los planteamientos generales ni las falsas soluciones que se nos ofrecen desde el propio Sistema, lo que supone mantener un constante apoyo crítico y diferenciado, caso por caso, en el que quede siempre claro que los nacionalsindicalistas podemos y debemos apoyar, por ejemplo, una manifestación contra los recortes sociales (reivindicación en sí misma justa y necesaria) y al mismo tiempo difundir en ella un mensaje alternativo al de los convocantes, e incluso señalándoles con el dedo acusador como culpables que son de la situación actual, cuando no como autores directos, sí al menos como cómplices necesarios.
Los nacionalsindicalistas debemos aprovechar las contradicciones del Sistema y de sus brazos ejecutores (falsos sindicatos incluidos) para ponerlos en evidencia y que nuestras propuestas alternativas puedan llegar con toda claridad a los españoles. Ello nos obliga a evitar las políticas sectarias, siempre tentadoras, que llevan al aislamiento de la realidad práctica en nombre de la coherencia doctrinal. Si hay convocadas unas elecciones políticas o sindicales, debemos participar en ellas, aun sabiendo que son una estafa; y de la misma forma, si hay una manifestación por una causa justa, debemos participar en ella, aunque los convocantes sean también una estafa y no aporten soluciones reales.
Por todo ello en UNT no podemos ignorar la existencia de la “Cumbre Social”, haciendo como si no existiera, y aun no pudiendo suscribir sus declaraciones y debiendo denunciar a sus promotores y sus intenciones, no es práctico ni inteligente ignorar su existencia o estar ausentes en sus convocatorias cuando obedezcan a una denuncia o propuesta concreta objetivamente buena. Hemos de estar presentes para denunciar el Sistema y sus contradicciones, y difundir en la medida de lo posible la alternativa del Nacionalsindicalismo allí donde haya españoles a los que hacer llegar nuestro mensaje sindicalista y revolucionario, el único verdaderamente merecedor de tales nombres en el siglo XXI.
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